La ética de la influencia o ¿Tiene influencia la ética?
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En un momento histórico de España que hay 800 casos de corrupción en los últimos 10 años ¿se puede hablar de ética? No sólo se puede hablar sino que se debe hablar. Adela Cortina en su reciente libro “¿Para qué sirve realmente…la ética?” nos habla de la ética de la responsabilidad de los profesionales. La ética no es una variable es una constante del trabajo de un profesional, no se puede ser un buen técnico sin el desarrollo personal que nos dota de una actitud ética. Lo interesante es ¿Cómo hacemos que la ética genere conductas éticas? No se trata de hacer grandes manifestaciones y proclamas corporativas de éticas grandilocuentes sino de desarrollar conductas éticas en los profesionales, y principalmente en los directivos de una empresa. Cuando hablamos de escándalo de corrupción empresarial siempre hay conductas inadecuadas. No vale decir que yo no empecé, sino por qué no lo cambié. De ahí, la importancia de centrarse en comportamientos personales que generen procesos empresariales. No es una razón que lo haga la competencia sino ante todo ¿Por qué yo no lo hago?
La corrupción me recuerda aquel pasaje del libro “Alicia en el país de las maravillas” donde se dice este diálogo:
– Pero es que a mí no me gusta tratar a gente loca.
– Oh, eso no lo puedes evitar. Aquí todos estamos locos, yo estoy loco, tú estás loca.
– ¿Cómo sabes que yo estoy loca?
– Tienes que estarlo o no habrías venido aquí.
En una situación de corrupción, aquel que no lo denuncia, actúa o cambia tiene que ser corrupto o no habría venido aquí. De ahí la importancia de hablar de ética. Pero no de la ética teórica y de sesudos académicos sino más bien aquella ética centrada en la conducta profesional. Lo que nosotros llamamos ética de la influencia por qué cualquier trabajo profesional necesita influir para: vender, comunicar, persuadir, negociar, etc., pero debe hacerse desde conductas éticas. Conductas transparentes y mesuradas en momentos tan complicados como estos de crisis. La competitividad ética conlleva un valor añadido a lo evidente de nuestro interés “profesional”. Ser profesional implica considerar una persona como un fin en sí mismo y nunca como un medio. Y como decía Cicerón: “La evidencia es la más decisiva demostración”. La conducta ética debe ser evidente, lo ético debe destacar para quitar argumento a esa neblina conceptual que significa la ética del mercado. No se puede hacer un benchmarking ético sino evidenciar tu ética de la influencia. Es ético influir pero no es ético hacerlo sin poner los límites a tus conductas. Esta problemática de la ética de la influencia preocupa mucho a las empresas, porque como decía Chesterton: “Decir que un hombre es un idealista (es ético), es decir que es un hombre”. La ética es la base de una sociedad nucleada entorno al mérito. Y las conductas éticas la base de la excelencia profesional. Para no seguir mareando la perdiz voy a contar las cinco medidas o tendencias que aconsejo a los Directores Generales cuando me hacen la pregunta trampa: ¿Cómo ser ético y conseguir resultados? Las conducta éticas no están en contra de la efectividad de nuestra influencia profesional sino que deben concebirse la influencia como un proceso profesional y no como una relación personal. Las cinco medidas son:
1.- Instaurar un código ético empresarial interno. Hay muchas empresas que me dicen que no es necesario, que tener escrito las conductas éticas no implica que se realicen. Siendo verdad el aserto les falta la labor pedagógica que debemos hacer internamente. No es un código para tener sino más bien conductas que hay que hacer. El modelo de código ético que la empresa necesita se inscribe en catalogar conductas profesionales específicas del sector, del entorno y de la empresa. Es un check list de las conductas que son éticas y también destacar las conductas que no son éticas.
Es importante como decía Camus (copiando a Terencio): “Hombre soy, nada de lo humano me es ajeno”, por tanto, hay que exponer con realismo los dilemas éticos profesionales que ocurren en el día a día y establecer un manual del estilo de comportamiento de la compañía ante los regalos, las comisiones, el “cross selling” etc. No se supone que tener código ético implica conductas éticas, pero es una condición necesaria para empezar a exigir comportamientos. En nuestra experiencia en la elaboración de código ético queremos destacar que tras la descripción de conductas éticas/no éticas hay que poner procesos de mediación, resolución y consecuencias de actuación. Las personas deben tener claro lo que piensa la empresa frente a cualquier dilema ético.
2- Desarrollar una estrategia de Diplomacia Corporativa. Las empresas deben pensar en sus procesos de influencia organizacional más allá de las conductas de los empleados. Curiosamente en los países donde menos se regulariza el lobby como concepto es donde hay más corrupción. El concepto de diplomacia corporativa emerge como un activo empresarial que permite tener una visión más amplia de los resultados empresariales. El tener una visión multifacética de los diferentes actores que influye en las decisiones de tus resultados implica un trabajo directivo más amplio que centrarse en la gestión. Las entidades políticas y sociales, igualmente que las organizaciones transnacionales, internacionales e intranacionales (comunidades autónomas y provinciales) son actores que influyen en tu regulación de mercado, y por tanto, íncide en tus resultados. Tener claro que igual que el código de conducta influye en el comportamiento del profesional debemos instaurar un modelo de diplomacia corporativa para evitar sobornos, cohechos y lo que es peor, la imagen de que todo es posible con posibles.
Pero esta estrategia debe respetar lo que decía George Orwell “Si el pensamiento corrompe el lenguaje, el lenguaje también puede corromper el pensamiento”. Que el concepto Diplomacia Corporativa no sea una bonita expresión sino una verdadera realidad de comportamiento empresarial gober….. y gobierno corporativo.
3.- Enfocar la Responsabilidad Social Corporativa a conceptos éticos. Estamos hartos de tanta RSC cosmética que son fugaces noticias de los departamentos de comunicación corporativa ensalzando bondades de venta social. La verdadera RSC empieza por la gestión social de tus empleados y por el refuerzo ético de tu actividad empresarial. Nadie debe conseguir objetivos de imagen social sin aceptar el compromiso ético con la sociedad. Estoy harto de ver novedades de RSC de consultora sin el pálpito emocional de vivencias internas de las propias empresas. Modelos donde el empleado y sus derechos son simplemente un dato estadístico y no un compromiso de confianza. La ética empresarial se refleja en el nivel de compromiso social en los empleados y no empleados en tu política de RSC. Políticas no tan bonitas sino más sinceras.
4.- Modelos de Reconocimiento profesional con valores éticos. Es adecuado reformar valores internos que sean éticos en las conductas exitosas de los empleados. El éxito no es un fin sino una forma de trabajar nos dice Edward de Bono, y yo mantengo que hay que reconocer trayectorias y no actos, reconocer éxitos con valores y no solo resultados espectaculares y ante todo reconocer conductas directivas con principios para hacer cultura ética. Las políticas de reconocimiento son básicas en generar conductas éticas internas, no se trata de premiar al mejor vendedor sino al vendedor que consigue sus resultados de forma ética. Los resultados son válidos para un proceso de retribución variable pero no para un reconocimiento público como modelo empresarial. Cuando estudiaba en la carrera la psicología evolutiva de Piaget me di cuenta de la importancia de los modelos para tener conductas éticas, de ahí lo expresivos que son los modelos éticos para configurar criterios propios frente a los dilemas éticos del entorno.
5.- Estilos de Dirección éticos. Desde hace muchos años hemos trabajado en modelos EdE©, es decir, modelos éticos de ser directivo. La conducta directiva tiene un enorme efecto en los empleados. La confianza y el compromiso están siendo cada vez más configurados por la ética de los líderes. Los líderes empresariales huyen de la reflexión ética y prefieren quedarse en su globalización, competitividad y “resultolandía”. La ética es competitiva per se, porque genera confianza solo se hace desde el valor de ser confiable. Lo intangible de la competitividad actual conlleva mayor importancia del mayor intangible humano que es su comportamiento ético. Los directivos deben saber que competir no éticamente no casa con un mundo globalizado donde hay que hacer “coompetencia” (cooperar con tu competencia) o alianzas para generar confianza en determinados mercados. En fin, que el mundo del Oeste (Americano bueno e Indio malo) pasó a la historia y en el mundo actual todos somos americanos o indios a la vez.
En resumen, la ética hay que cultivarla no pastorearla. Es un trabajo diario de revisión de tus principios y valores frente a los nuevos dilemas éticos. Que el pensar en códigos éticos, diplomacia corporativa, RSC, reconocimientos de empleados por sus conductas éticas y los estilos directivos éticos no es una “maría” en la gestión empresarial. Hoy día, se compite por confianza y los entornos turbios éticos de sociedades de democracia “de boquilla” no impiden vislumbrar el valor del empresario ético. Ser empresario ético es una de las profesiones más sociales que existen, pero sin la ética caeremos en los modelos de corrupción de baja intensidad. La ética no es solo una palabra sino ante todo una evidencia. Y, para acabar volvemos a Alicia en el país de las maravillas cuando decía:
Humpty Dumpty – Cuando yo uso una palabra quiere decir lo que yo quiero que diga… ni más ni menos.
Alicia – La cuestión es si se puede hacer que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes.
Humpty Dumpty – La cuestión es saber quién manda, eso es todo.
La conducta ética del poder (político y/o empresarial) es el fondo de cualquier código ético o política empresarial. Para ser ético hay que hacer ética más que hablar de ética. Como diría Borges el futuro es de los “hacedores” éticos ya que el presente está lleno de “chorizos” con palabras éticas.