Los minijobs, la empleabilidad y la maxiformación.
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En un país de extremos donde periódicamente nos exponemos al trabajo precario y a la sobrecualificación ofensiva es harto difícil tener un debate con templanza sobre la experiencia laboral. La empleabilidad necesita del hacer, el trabajar o hacer para saber y a su vez el saber es necesario para aprovechar la oportunidad de tu hacer. En fin, que la experiencia es un don del aprendizaje, pero que no se debe plantear desde la miseria de los minijobs ni desde la magnificencia de la maxiformación.
Tener experiencia es trabajar para aprender, pero esto no se explica sólo con escasos salarios para que el empresario se aproveche, sino desde el esfuerzo colectivo de invertir en los jóvenes dándoles “experiencia significativas” de trabajo. Lo importante es lo que se aprende no sólo lo que se produce, no es un recurso barato, es una coinversión persona/empresa.
Con esta perspectiva cada ocasión de trabajo (aunque sea un minijob) es valiosa si tiene impacto en el aprendizaje del trabajador. Y no vale soltar a la persona a la dinámica del trabajo y que se busque la vida, sino que debemos precipitar espacios de aprendizaje de y con las personas de las empresas. De ahí el futuro debate de que se prefiere que alguien trabaje algo a que esté en el paro, seguro que es mejor trabajar pero siempre que sirva para aprender y desarrollar el futuro laboral de la persona.
Se habla de ocasiones de trabajo donde prima el análisis de costes laborales y no la perspectiva de inversión formativa porque cada empleo es una oportunidad única de aprendizaje, no es un “minijob” si ofrece la posibilidad de reinvención del futuro sino un “maxiaprendizaje”. Como dice un proverbio chino: “Hay tres cosas que nunca vuelven atrás: la flecha lanzada, la palabra pronunciada y la oportunidad perdida”.
Cuántos miniempleos no son una oportunidad perdida de aprendizaje. ¿Para cuándo una cultura gremial de maestros y aprendices? Aprender haciendo es un gran valor siempre que el “gremio” o la empresa se preocupen y se ocupe en la formación de los aprendices. Me preocupa la visión economicista de los minjobs sin una visión social de oportunidad de generar futuro en jóvenes que aprenden. Más que implicar a los emprendedores (que a veces no son nada más que especialistas en vender ideas) deberíamos impulsar la formación en nuestros trabajos. Miniempleos con enorme exigencia formativa, con tutores, mentores y coachs que gestione el conocimiento del futuro profesional.
La empleabilidad empieza por llenar tu curriculum de pequeñas experiencias significativas de enorme impacto de desarrollo personal. Hay que romper el círculo vicioso de poco trabajo/poca dedicación a la empresa, porque entonces tenemos solo el coste pero no la innovación de futuro. Y, parafraseando a Pepe Isbert, alcalde de Villar del Rio en la película de “Bienvenido Mr. Marshall” que nos describía el círculo vicioso de pensamiento causa-efecto cuando decía: “Como alcalde vuestro que soy, os debo una explicación y esa explicación os la voy a dar”. No a los minijobs como coste barato u obra de caridad sino como una innovación social de aprendizaje para el futuro laboral de una Nación.
Y por otro lado, tenemos la falsa idea de que una persona es más empleable con una miríada de títulos y conocimientos. La “maxiformación” es un error habitual en época de crisis: “Cómo no hay trabajo hago otro máster acumulativo y colateral a mi historial”, “No estorba aunque no sé para qué me vale”. Yo cuando pienso en curriculum tuneados de cursos grandilocuentes me suscita la frase de Descartes: “Los que marchan despacio por el camino recto avanzan mucho más que los que corren por la senda extraviada”, o como dicen en mi pueblo: ”No por mucho correr amanece más temprano”.
La excesiva acumulación de másters y carreras lo que indica es la disponibilidad económica familiar más que su capacidad profesional. No es momento de estudiar en abstracto, sino de hacer cosas distintas y a la vez formándote para crecer en tu capacidad de reinvención. Y esta problemática se acusa más con las nuevas tecnologías (cursos on line, comunidades de aprendizaje, etc.). Lo más “in” es tener diversidad de aprendizaje sin sentido ocupacional, pues como dice Noam Chomsky: ”Aunque la nuevas tecnología son útiles, existe una tendencia a reducir el pensamiento para concentrarse en pequeños hechos fugaces. Lo que importa es la fiabilidad de la información y la coherencia de su aplicación”. Conocimiento aplicado y experimentado con experiencias laborales es el mejor incentivo para tener la empleabilidad. Por tanto, ni miniempleos sin énfasis en el aprendizaje ni maxiformación sin énfasis del hacer en un trabajo.
Para mejorar la empleabilidad en nuestro país deberíamos reflexionar las siguientes ideas:
1. Crear experiencias significativas de trabajo para jóvenes técnicamente preparados y cuyo coste empresarial se centre en el aprendizaje y no en la capacidad productiva de la persona.
2. Sin duda, la gente debe trabajar y ser productiva pero con el enfoque en el aprendizaje diario. Una visión gremial, de maestros que enseñen y aprendices que aprenden sería básica. No se aprende en la cola del paro, pero no se va a un trabajo para aligerar el coste al empresario sino se tiene una contraprestación de aprendizaje.
3. Siguiendo a Anatole France “Nunca se da tanto como cuando se da una experiencia”. El futuro se construye con los ladrillos de tu experiencia y para que estos ladrillos se asienten necesitan el cemento de la formación. Formarse haciendo es el primer paso para crecer como profesional. Por tanto, hay que instrumentalizar el aprendizaje interno en la empresa. De ahí la importancia de los proyectos de Mentoring y Coaching en las compañías en época de crisis como los actuales.
4. Para ser más empleable debemos crecer en nuestras capacidades y actitudes y no sólo en conocimiento. El entorno académico te prepara en conocimiento y activa tu desarrollo en capacidades y actitudes. Pero es en el “tajo” donde se expone uno a utilizar sus capacidades y sus actitudes. Parafraseando a Albert Einstein: “Con ninguna experiencia se puede demostrar que estoy en lo cierto, pero una sola experiencia puede demostrar que estoy equivocado”.
5. Empleable es el emprendedor, pero no solo el empresario por cuenta propia sino el emprendedor interno que se desarrolla en una empresa. No busques “miniyos” para “minijobs”, sino sujetos que inciten al cambio con sus ideas para hacer crecer tu compañía. Con el concepto de emprendedor ó innovador me pasa lo que decía Aldous Huxley en un mundo feliz: “No basta que las frases sean buenas, también debe ser bueno lo que se hace con ellas”.
6. Y, por último, el empleable es aquél que ha sufrido el ridículo de arriesgarse, de equivocarse, de aventurarse a errar. Aprender en errores propios implica un enorme impacto ó huellas de aprendizaje. Todos sabemos de la fuerza de nuestros ridículos, historias fruto de nuestro hacer.
En fin, la empleabilidad no está en los minijobs ni en la maxiformación sino en el aprendizaje vital que hagas de tu trabajo diario. La empleabilidad necesita de experiencias tuteladas y explicadas por maestros y tutores, siendo consciente de su propio aprendizaje, no solo en conocimientos sino también en capacidades y actitudes y que suponga ser emprendedor interno en multitud de ocasiones donde han podido hacer el ridículo. Hacer implica el saber, para que inmediatamente volvamos a saber para poder hacer cosas nuevas. Como decía el escultor Brancusi con sus figuras estilizadas: “La simplicidad es la complejidad resuelta”, es decir, la experiencia es el mejor aprendizaje si tenemos mecanismos que nos permita ser conscientes de lo mucho que hemos aprendido. Haga cosas para aprender, incluso si se las pagan.
Hasta luego, ilusionantes aprendices