Los invisibles

 En Perspectiva ODS

Asunción Berzal, Directora de la Fundación Personas y Empresas

Intentar categorizar a las personas en situación de “sinhogarismo” es tarea difícil pues son muchos los factores económicos y sociales que pueden influir en el mismo, desde la pérdida de empleo, problemas de salud mental, adiciones, hasta problemas familiares, entre otros. La casuística es tan diversa como las personas en esta situación y tampoco podemos olvidar el agravante de la situación de crisis y de vivienda de los últimos años, que lleva a considerar que en España puede haber alrededor de unas 40.000 personas con esta realidad.

Cada vez son más las empresas que consideran, como Takeda, que tiene que existir reciprocidad con la sociedad en la que desarrollan sus actividades empresariales y que esto a de canalizarse a través de la ayuda a los colectivos más vulnerables y desfavorecidos de su entorno. Y es en este contexto, cuando se ponen en contacto con la Fundación Personas y Empresas para diseñar y coordinar una acción de voluntariado que les permita devolver a la sociedad parte de lo que reciben. En esta ocasión el compromiso de Takeda por una sociedad más justa se consolida involucrando tanto a voluntarios como a profesionales que trabajan en la compañía para acercarse a este colectivo visible en nuestras calles pero del que en general desconocemos casi todo. Para ello, la Fundación Personas y Empresas presentó la opción de colaborar con la Fundación Luz Casanova, entidad social que a través de su centro de día atiende a personas en riesgo de exclusión social tanto en sus necesidades básicas como en procesos inserción social y laboral.

Durante varios días, los voluntarios de Takeda estuvieron atendiendo a las personas que llegan al centro y solicitan poder acceder a los diferentes servicios del Centro de Día Luz Casanova: ducha, comida, lavandería, asesoramiento laboral y sobre servicios sociales, talleres, etc. y también colaboraron preparando la sala y sirviendo la comida. Unas horas durante las cuales esos desconocidos dejaron de serlo para pasar a ser Juan o Pablo, hombres con una vida y circunstancias personales especiales y no meramente una sombra en una esquina que nos pide una moneda para comer.

Desde fuera pueden parecer poco esas horas o esos días, pero sirven y mucho. Sirven para dar a conocer el trabajo de muchas entidades sociales que tratan de paliar la necesidad social de colectivos desfavorecidos. Sirven porque visibilizan a estos colectivos, los humanizan y les permiten dejar de ser un número estadístico. Sirven porque cada voluntario cuente  su experiencia a sus compañeros, lo que ejercerá  un efecto multiplicador de la experiencia y en la siguiente acción serán  más los colaboradores. Sirven porque la responsabilidad social corporativa se consolida con el compromiso social al apoyar a su entorno de una manera real, pasando del papel a la realidad física de la  ayuda.

Como decía Marie Curie: “No se puede construir un mundo mejor sin mejorar a las personas. Cada uno de nosotros debe mejorar para su propia mejora”.

Trabajemos juntos para mejorar nuestro mundo.

 

Asunción Berzal, Directora de la Fundación Personas y Empresas

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