EL LIDERAZGO Y CÓMO SER UN LÍDER EN EL MUNDO DE HOY

 En Curiositá, El Prisma

Oscar Herencia

VP South of Europe & General Manager at MetLife Spain and Portugal

Siempre me ha costado encontrar la definición del concepto de liderazgo, pero la que más se acerca a aquello que yo entiendo como tal es la que dice: “Un líder es aquella persona por la que te embarcarías en un proyecto que no te atreverías a iniciar por ti mismo” 

Es decir, aquel que te hace perder el miedo y eleva tu capacidad de creer en ti. 

En mi opinión, un líder inspirador tiene que empezar por convertirse en esa persona con la que el equipo quiere trabajar. A menudo digo que hay que obsesionarse con esa idea. Cuando he tenido que fichar a algún directivo, una vez identificado el candidato final y a punto de pasarle la oferta, siempre le traslado la misma pregunta: “Esta es la cara que vas a ver cada lunes, ¿te apetece trabajar conmigo?”. Para mí, este es un aspecto crítico para embarcarte en un proyecto. 

Pero para conseguir que la gente quiera trabajar contigo, un líder tiene que abrazar una serie de actitudes que le hagan merecedor de ese reconocimiento, actitudes que yo resumiría en las siguientes: 

  • Comunicar de manera transparente. Es importante compartir con los equipos la información. Decirles aquello que va bien y por lo que merece la pena estar orgullosos, y también aquello que no va tan bien y qué planeamos hacer para solucionarlo. Hacer que la gente se sienta parte del proyecto, que identifique su contribución y reconozca su responsabilidad y su valor añadido. La comunicación transparente y sincera es la base de una credibilidad que todo líder debe tener y velar por no perder nunca 
  • Practicar la escucha activa. Cualquier momento de escucha es una oportunidad de reflexión y aprendizaje. Deberíamos escuchar el doble de lo que hablamos. Cualquier persona puede aportar valor a una conversación. No minusvaloremos a nadie; de quien menos te esperas puedes sacar una enseñanza muy valiosa. 
  • Pensar en grande. No hay nada que inspire más que aquel que va más allá, que transmite confianza y que piensa, de manera racional, que los límites nos los ponemos nosotros y que trabajando duro y con criterio podemos alcanzar metas muy altas. Esto implica también liderar el cambio. saber reinventarse y promover la innovación. Innovación que requiere algo más que promover ideas. Requiere impulsarlas, mostrar apetito por invertir en ellas y abrazar la tolerancia al error que la innovación muchas veces trae consigo, casi de manera inseparable. 
  • Liderar con el ejemplo. Ser el primero en implicarse, en remangarse y ponerse manos a la obra. Demostrar espíritu de equipo y, después de ellocompartir de forma honesta el éxito con todos. 

Además de estas actitudes señaladas, todos esperamos que un líder sea ejecutivo y muestre la valentía gerencial necesaria para tomar las decisiones que convienen a la organización. Un líder al que todos reconozcamos en acciones tales como: 

  • Ser eficiente y orientado a resultados. Mantener una actitud que reconozca la importancia del proyecto en el que todos se embarcan. Que se muestre enérgico en la consecución de las metas que nos van a hacer a todos mejores. Y que lo haga sin perder el contacto con la realidad, sin alejarse de aquello que nos permite mantener la sensibilidad con los clientes y los empleados y entender el porqué de las decisiones que hay que tomar. 
  • Formar un equipo de alto rendimiento. Aquel que tiene miedo de rodearse de los mejores no merece ser un líder. Rodéate de aquellos que te hagan dar el 120% en cada reunión, de aquellos que te desafíen, porque ellos te van a hacer mejor cada día. Un día, en una entrevista, respondí a la periodista que lo único diferencial que había hecho en mi carrera profesional era crear buenos equipos. Me sorprendió la cantidad de gente que me felicitó por esa confesión y lo mucho que impactó a aquellos que trabajaban conmigo. Hay que rodearse siempre de los mejores. Eso va a hacer el camino más fácil y mucho más enriquecedor. 
  • Gestionar ese equipo de alto rendimiento. Esta tarea, ardua, requiere ser capaz de delegar y de empoderar a sus componentes. Los buenos profesionales quieren tomar decisiones, quieren contribuir, quieren sentirse reconocidos y para eso hay que dejarles mostrar todo su potencial, involucrarte con ellos en los problemas y en su resolución y reconocer que los equipos de alto rendimiento suelen tener exceso de ego y hay que saber manejarlo. Un día, mi admirado Álvaro Merino me dijo una frase que refleja perfectamente esta idea: “El liderazgo exige un enorme ejercicio de generosidad”.  

Yo creo que sólo puedes ser un buen líder si te sientes feliz ejerciendo esa generosidad, en favor del reconocimiento de tu equipo. 

  • Estar siempre abierto a aprender…y a reaprender. Como he dicho antes, el aprendizaje puede venir de la escucha activa de los que nos rodean, también de la observación analítica y, cómo no, de la experiencia. Se aprende de todo lo que vivimos. Cada vivencia es un elemento que ponemos en nuestra mochila y que podemos rescatar en cualquier momento. Se aprende de las dificultades, pero también de los éxitos. Y, por supuesto, se aprende en las Escuelas de Negocios y en las Universidades. Un profesor inspirador puede suponer un antes y un después en tu carrera, con lo que es bueno no dejar de formarse nunca. 

Una de las fuentes de aprendizaje son, sin duda, las dificultades y también los acontecimientos inesperados, aquellos que nos obligan a reaccionar rápido, generalmente con poca información y con un alto nivel de incertidumbre.  

Desde hace años manejamos con frecuencia el concepto del mundo VUCA. Un concepto atractivo de explorar, acuñado inicialmente por el ejército americano, y acogido después por el mundo empresarial, que nos habla básicamente de lo cambiante del entorno y sus implicaciones y exigencias en nuestro día a día. 

Confieso haber hablado del mundo VUCA y haber hecho referencia a este concepto en algunas circunstancias, pero, probablemente sólo he entendido su verdadera dimensión en 2020, cuando llegó el COVID-19 que hoy todavía sufrimos. La pandemia supuso un impacto tan inesperado como sorprendente. 

Nos vimos entonces en esa situación que tan bien expresaba Mario Benedetti en su famosa frase: “Cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, nos cambiaron las preguntas”. 

Nada de lo expresado anteriormente cambiaba en ese momento, las actitudes y las acciones que esperamos de un líder inspirador se mantenían inalterables, pero, de repente, nos cambiaron por completo las prioridades. Aquel 16 de marzo, la prioridad absoluta de cualquier líder era la seguridad, la salud y el bienestar de los equipos y, con ello, la obligación de reinventarnos y entender las exigencias de una situación como esa. 

La distancia, el contacto remoto y el confinamiento, han obligado a los líderes a desarrollar otro tipo de capacidades que, en mi opinión, por lo mucho que aportan a un equipo y por la nueva realidad que afrontamos, van a pasar a ser cualidades claves para el éxito de un líder. 

La dinámica de todos estos meses ha aplanado las estructuras, ha acercado los diferentes niveles de las organizaciones y ha permitido una comunicación fluida entre los líderes y los equipos. Eso favorece la confianza, la credibilidad, el “engagement”, la inclusión y convierte las estructuras empresariales en un entorno más humano. 

La capacidad para inspirar y motivar al equipo adquiere un valor cada vez mayor. La resiliencia, entendida como la competencia para afrontar situaciones difíciles, convivir con ellas y superarlas, dibujan un líder diferente. Ello exige también una gestión eficiente del estrés.  

Las organizaciones definitivamente han cambiado, y el líder debe ser capaz de fomentar, aún más, el trabajo en equipo, minimizando el impacto de las jerarquías y, facilitando estructuras más líquidas y flexibles. Estructuras que tenderán a trabajar en red y que requieren una capacidad de interacción y transversalidad mayor. 

En el entorno Post-COVID” vamos a tener miembros del equipo teletrabajando la mayoría de su tiempo y eso nos obliga a desarrollar capacidades de liderazgo en remoto, así como mecanismos de valoración del rendimiento y de reconocimiento, que van a cambiar respecto a lo que practicábamos hasta hoy.  

Esto abre el paso a un liderazgo que debe permitir aún, mayor autonomía y empoderamiento de los equipos, flexibilidad en la gestión y máxima responsabilidad sin un exceso de supervisión. 

Con la distancia y los condicionantes de la nueva manera de interaccionar aumenta aún más la relevancia de las capacidades de comunicación, transparente ligada a una mayor necesidad de credibilidadde escucha activa. 

En el mundo post-COVID, podemos decir más que nunca queel liderazgo no va sólo de traer resultados, sino de cuidar de aquellos que hacen los resultados posibles. 

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