El síndrome Walter Mitty: saber soñar para ser productivo

 En Dichos populares y conceptos de RRHH

Javier Cantera, Presidente Auren Blc

Este síndrome se refiere a las personas que se instalan en un mundo alternativo y fantasean más allá de su realidad habitual. El relato de James Thurber “La vida secreta de Walter Mitty” sobre un soñador compulsivo ha dado origen a dos películas y a un estereotipo del trabajador que tiene sueños diurnos que hacen confundir su realidad laboral con sus sueños aspiracionales. En esta época de duras condiciones laborales (breves salarios y horarios open) se dan mucho las fantasías diurnas, y lo peor es que a veces constituyen el único elemento de fuga personal. Como sabemos por las investigaciones de la psicología del trabajo, las fantasías son necesarias para contrastar tu querer en tu hacer, pero siempre y cuando suponga una dosis adecuada.

Pues ya lo decía el compulsivo poeta portugués Fernando Pessoa: “El que sueña lo posible tiene la posibilidad real de la verdadera desilusión”, y puestos a soñar desarrollemos mundos ideales ya que soñar con pequeñas realidades puede volverse en una realidad de escabrosas expectativas incumplidas. De aquí la importancia de saber soñara para ser productivo, no os olvidéis de la ley de Google (y no me refiero a sus problemas con Europa), que nos dice que ser muy bueno no basta para trabajar en Google, sino que hay que fijarse objetivos/ambiciones  que sabemos que aúnque no podemos alcanzarlo, el esfuerzo para conseguirlo nos desarrolla. En este sentido soñar con objetivos retadores es un buen inicio de tu productividad, ser un Walter Mitty profesional supone un reto continuo por hacer algo diferente en tu profesión. Soñar con algo nuevo, distinto e innovador es el comienzo de tu fuerza productiva autónoma.

Este síndrome tiene que ver con la utilización de las fantasías personales como motor de la motivación personal. Cuando en la cultura Google dice que de cada hora de trabajo debes dedicarte unos minutos a ti personalmente, es porque sabe que las ideas surgen trabajando, pero que la calidad de estas ideas necesita de la locura de las fantasías personales. La innovación, la creatividad y la frescura mental no dependen de una formación presencial sino del empowerment y la libertad personal para soñar en tu empresa. Debemos posibilitar que las personas sueñen en su trabajo, si queremos no sólo tener productividad operativa sino motivación personal que nos lleve a la productividad mental. Muchas veces he pensado en diseñar programas de saber soñar para ser productivo ¿Alguien sabe de la fuerza del reto personal desde la aceptación de una realidad paupérrima? Mas bien superamos dicha realidad cuando planteamos futuros posibles pero difíciles en tu empresa, saber utilizar la fantasía en el ámbito laboral debe protegernos de una serie de comportamientos en la empresa que matan la productividad.

Entiendo la productividad no como pura ejecución sino como creación de nuevas ideas y enfoques de la realidad empresarial. Ya que hoy día nos debe preocupar más el absentismo psíquico o escaqueo que el absentismo físico, pues en una economía del conocimiento no se trata de hacer cosas sino también de crear cosas. Hay que encaminar la fuerza de la fantasía a tu crecimiento profesional que debe ser coherente con tu desarrollo personal. Gilette nos cuenta como le vino la idea de la maquinilla que revolucionó una forma de entender el aseo personal: “La idea vino a mí más como la rapidez de un sueño que como la lentitud de un razonamiento”. LA innovación empresarial necesita de las fantasías profesionales de personas libres en la empresa. Para explicar mejor la productividad de las fantasías nada mejor que utilizar los principios culturales de Google, indicando que conductas refuerzan para canalizar tu sueños a tu trabajo. La cultura Google (podéis verla en su página web) se basa en diez cosas que sabemos que son de sentido común, pero que hay que llevarlas a cabo. Ya esta misma expresión de cosas que han servido es innovadora, ya que se olvida de las magnificencias de términos como principios . Las siguientes frases me van a permitir explicar la importancia de saber soñar en la empresa:

1. Piensa en el usuario y lo demás vendrá solo. Pon foco en tu fantasía y céntrate en los que va a usar tus ideas. Me acuerdo de aquel viejo campesino que me decía: “para romper las normas lo primero que hay que hacer es dominarlas”, nadie puede hacer nada nuevo sino conoce lo antiguo. Pero conocer no significa dar clase de lo antiguo. Lo importante es escuchar a los clientes para reinventar continuamente nuestra experiencia con él. Poner foco en el usuario supone canalizar tu imaginación hacia la efectividad.

2. No hay nada mejor que el afán de superación. Apelar a los continuos esfuerzos para resolver problemas difíciles supone poner el acento en el trabajo aspiracional como elemento motivacional. La motivación no está en trabajar bien sino en superarme cada día en lo que sabemos hacer. Sin el esfuerzo de ir a cumplir tus fantasías laborales no podemos conseguir mayores y mejores soluciones profesionales. Trabajar bien supone retarte diariamente con ser mejor. Yo siempre recordaré la frase que Lauren Bacall dice a Humprey Bogart: “Eres tan extraordinario que no se puede conocerte de golpe”, la superación personal en tu profesión es tan extraordinaria que no se puede conocer de golpe.

3. Es mejor ser rápido que lento. Saber soñar no implica embobarte en tus sueños, sino en gestionar tu presente con rapidez para obtener tus servicios. 

La rapidez no es sinónimo de no calidad, sino de respeto a tu tiempo vital. No podemos pensar en imposibles que implican tiempos externos sino en operativizar tu hacer con la fuerza de tus sueños. Como dice Simeone, entrenador del Atletico de Madrid, hay que obtener resultados partido a partido, pero esta visión productiva supone un fuerte sueño de poder ser. Como dice en su último libro Malcom Gladwell, “David y Goliat”, en el arte de luchar contra gigantes vale más la palanca de la fantasía que la laboriosidad del trabajador productivo.

4. La democracia es una buena forma de gobierno. El mundo web ha revitalizado la importancia de las experiencias personales. El trabajo de todos los usuarios crea nuevas experiencias colectivas. Los sueños son más posibles cuanto más compartimos nuestro sueño. Cualquier solución en la red necesita del colectivo para crecer y en este momento hablamos que la rebelión de las masas de la que hablaba Ortega y Gasset es la rebelión de la red. La democracia de los conocimientos es el nuevo paradigma del aprendizaje, no sabe el que sabe sino el que sabe dónde se sabe.

5. Las respuestas pueden llegar a cualquier lugar. Este mundo global no tiene limitaciones más allá de las que la gente se autoimponga. La multitud de medios de acceso a la información, la movilidad de dicho acceso y, ante todo el mayor nivel de homologación del conocimiento considerado como útil por la mayoría de las culturas, supone un mundo ideal para nuestras fantasías laborales. Y como expresaba aquel proverbio chino: ”Jamás se desvía uno tan lejos como cuando cree conocer el camino”.

6. Se pueden conseguir beneficios siendo honesto. La relación entre honestidad y saber soñar es preciosa. Nadie puede soñar con medios ilícitos y sentirse profesional. Como decía mi abuelo palentino “no hay nadie  peor que el agricultor que vende lo que aún no ha cosechado”, y ante todo, evitar que una fantasía se comporte como una realidad. Necesitamos soñar pero también no vender los sueños como realidades.

7. Siempre hay más información para descubrir. Conocer tu playa no supone conocer el océano. Es habitual pensar en términos de dominios personales cuando lo mejor sería pensar en los océanos que desconocemos. Hay tanto tiempo, espacio y temas para crear y soñar que no podemos dibujar futuros desde una visión pequeña de nuestro trabajo actual. Pero sólo se consigue trabajando, pues como contaba el fabulista La Fontaine: “El trabajo es el único capital no sujeto a quiebras”. Trabaja sabiendo lo inagotable del universo del saber y poner en solfa una visión enciclopédica de tu profesión, frente a la humildad del que sabe.

8. La necesidad de información traspasa todas las fronteras. Como hacía Walter Mitty no hay limitaciones físicas más potentes que las personales. Céntrate en pensar en tu espacio, en tu tiempo y en un lugar es una visión trasnochada, hoy hay que visualizar el futuro como el campo de tu fantasía y el mundo como el ámbito de tu trabajo. Porque como decía Berenice Abbott: “Ninguna ficción o invención llega a ser tan extraña o fantástica como la vida cotidiana que nos rodea”. No hay que ir porque todo está aquí.

9. No hay que llevar traje para ser formal. No se es más productivo porque se trabaje unas horas. Hay que pensar que el saber soñar es la base de tu desarrollo profesional, y por tanto, poner sólo foco en tu laboriosidad superempequeñece tu futuro. No se mide el trabajo sólo por el tiempo, sino más bien con los resultados independientemente del tiempo que esto supone. Lo formal no es un traje, un horario, unas normas sociales sino el ser honesto contigo mismo, el respeto a las ideas de los demás y fundamentalmente comunicar aceptando el cambio sin perder la compostura de tu ser.

10. Ser muy bueno no basta. Ser bueno no es un estadio es un proceso. Nadie nunca es suficientemente bueno sino está en el camino de ser mejor cada día. El énfasis está en la mejora continua y no en el calificativo de ser bueno. Ser excelente también puede ser una simple palabra huera sino se habla del camino a la excelencia. Nadie es siempre excelente, y Goethe lo expresaba en la frase: ”No preguntemos si estamos plenamente convencidos, sino tan solo si marchamos por el mismo camino”.

En fin, Google ha expresado en una serie de lemas su forma de soñar y por tanto ha encaminado su forma de percibir el trabajo. Como Walter Mitty sin fantasías laborales no merece la pena trabajar. Trabajar supone creer en hacer realidad tus fantasías en el ámbito laboral, ahora si hay que saber soñar para evitar sufrimiento espurreo. Como decía Quevedo hay que soñar lo justo, el que sueña con grandes resultados puede defraudarse y el que sueña pequeñas cosas solamente deseará su desidia. Saber soñar implica soñar un poco cada día, y estar continuamente soñando nuevos retos cuando se consigue mucho. El soñador es un insatisfecho continuo que obtiene su satisfacción en volver a soñar cada día. O como decía Walter Mitty: “Soy aquel que quiero ser”. Te puedo engañar en el sueldo, en el trabajo, en la política pero seguro que nadie puede engañarte en tu sueño aspiracional.

Qué ustedes lo sueñen bien, pues un buen sueño es el principio de tu valor profesional.

 

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