Longevidad laboral: La leyenda de los monaguillos a la pata coja
Dice la leyenda que allá en los años 60 del siglo pasado hubo tres monaguillos que ayudaban a misa al señor cura. Un día, este observó la disminución del nivel del vino dulce y acuso a los monaguillos. Estos, a pesar de haber sido los dos mayores, negaron y dijeron que había sido alguien externo. El cura dijo “Como el diablo sabe más por viejo que por diablo quedaros a la pata coja y aquel que ponga el pie en el suelo será el culpable”, cuando se iba a ausentar de la sacristía. De los tres monaguillos, el más pequeño dejo de estar a la pata coja y los otros dos, se reían ufanamente de este porque seguro que le iban a descubrir a pesar de no haber sido él. Cuando volvió el cura, el más joven volvió a estar a la pata coja, y frente a la acusación de los otros dos, dijo “Señor cura, estos quieren cargarme a mí el mochuelo, y dicen que yo he dejado de estar a la pata coja, pero espere a ver quién deja de estar antes”. Tras varios minutos, los dos monaguillos mayores no podían aguantar y dejaron tan incomoda postura y, el más joven que había descansado en la ausencia del cura siguió a la pata coja. Frente las acusaciones de sus compañeros, el joven solo le dijo al cura “señor cura, mis compañeros como usted dicen son más diablos por ser mayores que por ser diablos y por eso me acusan a mí”. El cura tomo represalia de los dos monaguillos mayores y el más joven solo pudo decirles “el que no corre, vuela”.
Esta leyenda nos expresa como actualmente la experiencia no es tan predictora del conocimiento como decía el aserto “El diablo sabe más por viejo que por diablo”. En un momento de cambio de ecosistema empresarial, la digitalización hace que la experiencia tenga un valor relativo. Y por consecuencia la veteranía no produce una vacuna que nos permita ser más productivos, es más, las personas más jóvenes pueden ser más productivas por su adaptación tecnológica.
Pero aquí está la paradoja, cuando menos valor tiene la experiencia es cuando más necesitamos que los trabajadores prolonguen su vida laboral. El cambio demográfico y el mantenimiento del Estado de Bienestar hace necesaria la longevidad laboral. ¿Cómo vamos a conseguir productividad de esta franja de trabajadores senior? Pues ante todo trabajando diversas ideas. Como decía Fredy Mercury “No seré una estrella del rock, seré una leyenda”, para construir la leyenda de los de trabajadores senior necesita de un cambio de concepción social sobre lo que se sustentan muchos de los estereotipos existente sobre la edad. La diversidad generacional necesita de una apertura cognitiva hacia cambiar la visión que tenemos de la edad, la jubilación y la productividad y además construir nuevas ideas sobre la digitalización, la experiencia y el valor del trabajo. A continuación, vamos a desgranar este cambio.
En relación a la edad, la propia “elongación” de las edades nos lleva a pensar en la concepción de la frescura mental de una forma diferente. La vejez es el mayor proceso de cambio consciente en nuestra vida y el saber envejecer es el mayor proceso de cambio que podemos planificar. Por tanto, en un contexto de trabajadores del conocimiento es pertinente que nos cuestionemos que la edad de los 60 y picos es sinónimo de decrepitud cuando tenemos una esperanza de vida, en España, de 80 y pico. Es fundamental, cambiar el concepto de “viejo” teniendo por delante veinte y tantos años más de vida. No hay una edad física limitativa sino una edad mental autolimitante. La edad física es una variable irremediablemente biográfica pero nunca competencial. Las investigaciones de la neuropsicología con la neuroplasticidad demuestran que es mas predictiva la falta de atención auto eficaz para el deterioro mental que la propia edad. Por tanto, la edad no es una excusa limitadora de nuestras competencias sino la dedicación y capacidad de aprendizaje de cada persona. Hay que superar la presión social sobre la edad como frontera de tus ganas de trabajar.
Otro concepto para cultivar es la percepción radical de la jubilación. “Me voy” a partir de un corte mágico socialmente denominado jubilación. Decía Borges “No habrá nunca una puerta. Estas adentro”, es falsa la idea de jubilo tras una vida de trabajo sino más bien, hoy en día consiste en pasar a una fase vital de “pre-muerte”. La jubilación se vive en función del nivel de satisfacción previa con el trabajo que se venia realizando. Hay ocasiones en que este nivel de trabajo es tan inadecuado o monótono que esta jubilación es una liberación, pero en multitud de ocasiones es una conveniencia social para ceremonizar un mito iniciático de nuestra desocupación oficial. Muchas veces, cuando estoy en la fiesta de muchos jubilados me pasa lo que decía el filosofo Ralph Waldo Emerson “Lo que eres habla tan fuerte que no oigo lo que me dices”, observo la pena de dejar de ser útil a la sociedad. Y no vale engañitos sustitutos de ocios edificados como placebos para justificar tu tiempo. Hay que cambiar a una visión gradual de la jubilación, donde tu aportación disminuya cuantitativamente pero no cualitativamente, donde tu autosuficiencia sea valorada en un equipo diverso y donde las aportaciones de un colega senior sean consideradas como una opción complementaria. Hay que hacer transiciones graduales para incrementar el valor de este tramo de edad que tanto puede ofrecer. Y no solamente por la calidad de sus aportaciones sino por el valor como mentores, facilitadores en incluso coach vitales a proyectos de valor añadido empresarial.
Y también, hay que cultivar el concepto de productividad. En la era de la conciliación sabemos que lo importante no es el estrés sino tener mecanismos útiles para recuperarse del estrés, y, por tanto, lo productivo necesita de la conciliación vital del trabajador. Decía VIKTOR FRANKL que “la respuesta está en la distinción entre el sentido “de” la vida y el sentido “en” la vida”, es decir la productividad es un proceso inscrito en la acción dinámica de una persona y no es una consecuencia de la persona. El sentido en la productividad implica aceptar que es una variable que puede cambiar en cualquier momento, y, por tanto, debemos pensar, no como una consecuencia sino como un proceso. No se es productivo por trabajar, sino que se trabaja productivamente. En este sentido, la digitalización supone una fuerte herramienta inclusiva del trabajador senior, tras los procesos de culturalización digital se supone que el trabajo es productivo no solo por sus resultados sino también por su forma de trabajar. En el mundo del smartworking, flexibilidad horaria, de los OKR (objetivos como resultados claves), del trabajo colaborativo, etc…. No discrimina a trabajadores por la edad sino por su forma productiva de trabajar. Decía KAREN STEFANYSAYN “Nosotros no queremos gente que pueda hacer el trabajo. Queremos gente que no pueda no hacer el trabajo”. Esta es la actitud productiva que genera una diferencia en el del valor añadido más que una supuesta bondad de entregar el trabajo digitalmente.
Es obvio que la edad, la jubilación y la productividad son conceptos que tenemos que cambiar en la nueva etapa de longevidad laboral como la que tenemos que vivir en momentos de escasez de talento. Si tenemos un momento de enorme explosión tecnológica necesitamos talento y entonces vamos y jubilamos las aportaciones de los seniors que dan valor. Pero también tenemos que construir nuevas visiones en conceptos clásico, no se trata solo de cambiar sino de crear nuevas visiones de la forma de trabajar.
Hay que construir una nueva forma de entender la digitalización. Lo digital es nuestro nuevo ecosistema de trabajo. No hay excusas “ludistas”, sino que los seniors debemos ser más “adaptados” tecnológicos que incremente nuestro valor. No vale tampoco excusas de no ser “nativos digitales” somos nativos de negocios que sabemos el valor que lo digital nos puede ofrecer. Esta visión inclusiva de lo digital debe aceptarse como un cambio de productividad en el trabajo. Nadie hace un canto en contra del coche y se va a desplazar en otros medios, a no ser que sea querido por él, igualmente nadie debe discutir el valor de lo digital a no ser que lo quiera personalmente. Ser digital nos puede hacer incluso más humanos, ¿Por qué contraponemos lo humano a lo digital? No hay muchas relaciones humanas precipitadas por las redes sociales. ¿No es humano un grupo de WhatsApp? Tenemos que construir un concepto humano de lo digital, y no pensar que por ser nuevo no es bueno, decía el compositor JOHN CAGE “No puedo comprender por qué las personas se asustan con las ideas nuevas, a mí me asustan las viejas”. Lo digital es el ecosistema más perfecto para incrementar el valor de los trabajadores seniors.
Por otra parte, también tenemos que construir un nuevo concepto de la experiencia. Durante momentos menos convulsivos de la historia, la experiencia era un grado asociado a la edad. ¿Cuanta más edad se tenía mayor era el valor de la experiencia? El ecosistema digital ha roto este binomio y la experiencia digital ya no se asocia a la edad solo a la educación. La facilidad de utilizar sistemas digitales que esta favorecido por el entorno digital educativo de nuestros niños genera experiencia. Lógicamente, dentro de unos años no existirá esta diferencia porque todos tendremos experiencia digital, pero sí que estamos en un momento de continua explotación digital. Hay que asociar más la experiencia a la capacidad de adaptación que a la especialización. No es el que tiene experiencia el más experto si no el que tiene más capacidad de cambiar. Saber relativizar lo importante a la evolución de tu experiencia es la verdadera experiencia. Si la competencia más lustrosa en este momento es el aprender a aprender, tener experiencia es saber aprender cosas nuevas. El haber vivido muchas situaciones de cambio nos da la destreza de saber encajar lo nuevo sin el pavor a cambiar. Dice el profesor TAL BEN – SHAHAR que hay que “aprender a fracasar o fracasar al aprender”, y por tanto hay que romper el concepto de experiencia como experto por el de maestro de saber cambiar.
Y, por último, también hay que cambiar el valor del trabajo. La visión del presencialismo, la dedicación exclusiva y el valor del trabajo duro son visiones trasnochadas del trabajo. Saber trabajar implica dedicación a los resultados, saber conciliar y que trabajar no es una cuestión de cantidad sino de calidad. El valor del trabajo actual supone una visión más holística de este, es una parte de nuestra vida que no se separa por un horario, que no es lo único de tu vida y que hay que ser más productivo que tener una alta dedicación. Hay un término que desde que lo leí me acompaña en mi mente que es MEANINGFULNESS (pleno sentido), que se refiere a la conexión que sentimos hacia una actividad cuando la experimentamos como algo personalmente significativo y alineado con nuestras ideales. El pleno sentido en nuestro trabajo cambia el concepto tradicional de trabajo como tiempo de dedicación y nos inscribe el trabajo como relación personal. ¿No podemos privar a las personas seniors de la posibilidad de tener un pleno sentido con su trabajo? Y además por tiempo, y esfuerzos es más compatible con una actividad seniors tener un trabajo “que te llene.”
En fin, que cambiar el concepto de lo digital como inclusivo, de la experiencia como saber aprender y que el valor del trabajo está en el pleno sentido vital que aporta a las personas, nos permite adaptarnos mejorar a la longevidad laboral.
Si somos capaces de superar los estereotipos de la edad de jubilación, y la productividad y creamos un concepto más amplio de lo digital, de la experiencia y del valor del trabajo tenemos los mimbres para una prolongada y efectiva vida laboral.
Me encanta relativizar los refranes antiguos por nuestra capacidad de cambio en este momento histórico, el diablo puede no saber tanto por viejo es una gran noticia.
No somos diablos por ser mayores sino simplemente eternos aprendices. Yo por si acaso estoy estudiando antropología, porque hay que enfrentarse a los nuevos cambios y me encanta explorar el campo de la “roboética”, pues si en un futuro tengo un jefe robot al menos que tenga los mismos dilemas éticos de un jefe humano. ¡Qué suerte que soy seniors, para poder cambiar!
Javier Cantera Herrero
Presidente de Auren Blc y
Fundación Personas y Empresas