Por la boca muere el pez: saber reconocer

 En Dichos populares y conceptos de RRHH

Fco. Javier Cantera Herrero, Presidente Grupo BLC y Fundación Personas y Empresas

El reconocimiento es la mayor herramienta motivacional que tiene la empresa. Si todo ser humano necesita de una compensación percibida como justa, también requiere de un reconocimiento de prestigio. Reconocer frente al grupo la bondad de la conducta de un empleado supone dar la ilusión de que cada persona es importante por lo que hace más que por su posición. Reconocer conductas dando feedback sincero es el ejercicio que más desarrolla el liderazgo. Saber ser un líder supone entrenar el arte de reconocer  desde la sinceridad las conductas ajenas. Como decía Josep Pla “Las verdades elementales caben en el ala de un colibrí”, el reconocimiento surge desde la generosidad de dar feedback, de influir desde la sinceridad y mucho sentido común. Toda sofisticación artificial conlleva a las personas a pensar en el interés de dicho feedback. La base es la sinceridad y no la complejidad del proceso. La paradoja del reconocimiento se refleja tanto en la persona que lo recibe como en el que lo da. De aquí la importancia de saber reconocer como una competencia básica de un directivo y que no se utiliza sino se sabe sus consecuencias. Decía nuestra poetisa Gloría Fuertes “Y tu pena y mi pena, se suicidaron juntas las tardes de nuestro encuentro”. Solamente que en el reconocimiento, el silencio es cómplice de una conducta inadecuada, pues el reconocimiento solo es positivo. Esta carencia frente al feedback (positivo y/o negativo) es también su grandeza porque se basa en las destrezas y puntos fuertes de las personas. Saber reconocer implica una serie de nuevas actitudes directivas para desarrollar su validez. Estos cinco consejos que a continuación comentaremos, sigue la máxima de Andy Warhol cuando decía “Soy una persona profundamente superficial”, y no hay nada peor que quedarse en lo superficial a la hora de reconocer, no se reconoce solo la conducta sino también el contexto de evocación que supone el valor o competencia a la que se inscribe la conducta. Los cinco consejos se basan más en el entendimiento directivo para saber reconocer y son:

  1. Reconocer implica saber preguntar. La curiosidad está en el desarrollo del liderazgo, ser curioso hace preocuparse u ocuparse por la conductas de otras personas. Pero, ¿cómo desarrollamos la empatía? lo que la otra persona piensa para actuar de una determinada forma. ¿Pero sabemos desarrollar la curiosidad? Pues a través de las técnicas de saber preguntar. El directivo que no sabe hacer preguntas tiene muchas carencias para ser curioso, y por tanto, no puede hacer el reconocimiento sin saber lo que le importa a las personas que reconoce. Muchas veces se reconoce de oído y se mete la pata. El reconocer parte del conocer a la persona, y el conocimiento surge de la curiosidad por la conducta de los demás. Cuando se hace formación en un sistema de reconocimiento lo que más cuesta es convencer a los directivos que saber preguntar es el inicio del saber reconocer. Por eso, no se trata de empezar a reconocer sin saber que se debe reconocer, de aquí la necesidad del aprendizaje en la observación de la conducta en un entorno organizacional. Y la observación necesita de la indagación de las preguntas, pues como decía John Locke “Hay que perder la mitad del tiempo para poder emplear la otra mitad”.
  2. Desarrollar la sinceridad. El directivo que reconoce desde la altivez de su posición y asume el rol del bien y el mal, poco nivel de influencia tendrá. Debe saber arroparse del aura de la sinceridad, y cuando es negativa del poder del silencio. ¿Pero se entrena el ser sincero? Pues mi experiencia a través del coaching es que se regula o modula por la identificación de conductas percibidas como sinceras. Pero la sinceridad, debe plantearse desde unos fuertes valores como directivo que en mi experiencia se sintetiza en tres principios:
    1. Toda persona es un fin en sí mismo, no un medio.
    2. Haz al colaborador lo que tu esperas que te haga a ti.
    3. Toda conducta debe salir de la emoción pero debe pasar por la reflexión racional.

Ser sincero pasa por considerar tu conducta como un regalo y por tanto debemos pensar más en quien lo recibe que en la satisfacción de quien lo emite. La sinceridad debe modularse según el fin del reconocimiento y no por la tranquilidad del directivo que reconoce. Hay que preocuparse del efecto de tu sinceridad y no del descanso en su emisión.

  1. Establecer un sistema fácil de reconocimiento. La tecnología nos ha facilitado la utilización de multidispositivos para emitir feedback inmediato. Más allá de las entrevistas naturales de evaluación anual, tenemos que recoger con sinceridad y espontaneidad el reconocimiento a conductas específicas. También la posibilidad de dar reconocimientos privados y públicos a la vez nos hace que sea muy fácil actualmente poder reconocer en multitud de ocasiones. Hay que tener un sistema que permita utilizarlo en cualquier momento, en las diversas oportunidades, pues como dice el actor Brad Pitt “La vida no se mide en minutos, se mide en momentos”. El don de la oportunidad amplifica la eficacia del reconocimiento. El reconocimiento dado a tiempo incrementa su nivel de influencia. La disposición de APPs de reconocimiento basadas en la experiencia del empleado es un gran avance en la motivación y, también, en la comunicación interna en la empresa. Incrementar el feedback en multitud de microconversaciones instantáneas de impacto organizacional, por tanto, la motivación por reconocimiento será rápida, ágil y de fácil aplicación. Ser operativo, adecuado y espontáneo dotan al reconocimiento de un gran valor directivo.
  2. Configurar un estilo de reconocimiento. Si sabes preguntar, ser sincero y tener un sistema para hacerlo necesitas de una forma consensuada de hacer el reconocimiento. Crear un modelo único y exclusivo, es donde entra la posibilidad de la gamificación del reconocimiento para crear un estilo que se identifique como propio. El estilo debe basarse en la cultura de la empresa y no en modas externas a la empresa. En este sentido como decía Jacinto Benavente en su teatro cuando decía “Bienaventurados nuestros imitadores porque ellos serán nuestros defectos”. Copiar en política de reconocimiento es trasladar defectos ajenos a tu realidad. Saber reconocer implica ante todo reforzar valores culturales y conductas ejemplares según dichos valores para configurar un estilo exclusivo de comportarse frente a una conducta específica. Reconocer aciertos, esfuerzos, saberes extraordinarios, conductas solidarias, ect…requiere de una lógica interna pactada entre los directivos. Basarse en los valores culturales, en el momento estratégico y en la conducta de los directivos son las variables que estructuran un estilo propio de reconocimiento.
  3. Cerrar el círculo del reconocimiento. Todo el mundo sabe ¿Por qué se debe reconocer?, pero la mejor pregunta es ¿Para qué se debe reconocer? El para que necesita de un entorno de prestigio para dotar el reconocimiento de un valor simbólico. Reconocer debe implicar una visión transparente de un grupo para tener un valor social. De aquí la importancia de un programa integral e integrado del reconocimiento, donde las herramientas o sistemas es una parte que necesita del entrenamiento del directivo para utilizarla, pero el estilo de reconocimiento es clave para el efecto motivacional en las personas. Buscar actos simbólicos de prestigio por el reconocimiento es básico para tener una enorme inferencia. Celebrar los reconocimientos con un universo de refuerzo social es el principal efecto que persigue un programa de motivación basado en el reconocimiento.

En fin, reconocer no es un acto natural, necesita de un protocolo en las empresas para que tenga un mayor impacto. Decía Juan Carlos Melich “Solo se puede perdonar lo imperdonable”, solo se puede reconocer lo ejemplar. Ahora bien, lo que se considera ejemplar depende de la cultura y la estrategia de la empresa, y por tanto, hay que hacer un proyecto integral de reconocimiento. Y para acabar no hay ninguna verdad más clara en el reconocimiento que la aceptación de lo que decía Joseph Kapone “Hay genios sin estudios e idiotas con doctorado. La verdadera sabiduría es lo que has aprendido a lo largo de tu vida y la manera de cómo trates a los demás”. El saber tratar a los demás es la sabiduría, básica es el  ser humano, pues al fin y al cabo, somos animales sociales que necesitamos del reconocimiento del otro para tener una mayor autoestima. Por favor, reconozca a los demás para conocerse a sí mismo. Pues el pez muere por la boca pero no por el oído. Más escuchar que hablar si quieres reconocer como un campeón.

 

Fco. Javier Cantera Herrero, Presidente Grupo BLC y Fundación Personas y Empresas

www.javiercantera.com

@canteraleonardo

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